sábado, 16 de mayo de 2009


CONSECUENCIAS PSICOSOCIALES DE LA CIRUGIA BARIATRICA.
En virtud de la pérdida de peso, los pacientes reportan cambios indudablemente deseables,
tales como incremento en sus actividades y habilidades, mejoría del dolor en articulaciones
(rodillas, caderas, espalda) y de otras condiciones médicas; capacidad de proyectarse en el
futuro, mejores relaciones familiares/sociales y mayor disposición ocupacional y laboral.
Aunque en general los cambios esperados son positivos, no son inmediatos, y por ello es
muy importante tener paciencia y asumir todo como un proceso paulatino. Estos son:
1-Imagen Corporal.
En lo que a imagen corporal se refiere, y especialmente pocos meses después de la cirugía,
la pérdida de peso produce mejor autoimagen, apariencia más atractiva, sensación de
ligereza y satisfacción ante reducción de medidas y talla, lo que redunda en mayor facilidad
para encontrar ropa de su gusto. Con el tiempo, sin embargo, algunos reportan no haber
bajado tanto como esperaban o gran inconformismo con las secuelas de la piel.
Dependiendo del grado de obesidad previo, edad y calidad de piel, son esperables secuelas
como aparición de arrugas, pliegues en abdomen, flacidez en brazos y muslos y, en las
mujeres, nalgas y senos disminuidos o descolgados.
Efectos indeseables que en algunos casos son puramente estéticos, pero que en otros
pueden tener implicaciones mayores para la calidad de vida o vida de relación del paciente.
Progresivamente la persona debe asimilar y aceptar, (no siempre sin tropiezos), su nueva
apariencia: una figura sí más delgada y con rasgos más afinados, pero, que no
necesariamente coincide con la imagen fantaseada. Es posible recurrir a medidas
correctivas en el largo plazo como ejercicio y nuevas cirugías, pero se requiere paciencia y
un compromiso claro y mantenido durante el tiempo en que tales medidas tarden en hacerse
efectivas. Debido a esto, pueden preverse consecuencias psicológicas en algunos pacientes
como depresión, baja autoestima, sensación de complejo y dificultad para aceptar la nueva
imagen, las cuales deberán atenderse con apoyo social e incluso terapéutico, en casos de
mayor severidad. Asimismo, debe atenderse el impacto que se extiende hacia parejas o
familiares de los operados, para quienes, a veces no es fácil ajustarse a la nueva apariencia
y comportamiento del operado.
2. Comportamiento Alimenticio.
Los cambios en la alimentación no son completamente facilitados o forzados por el nuevo
estómago, de manera que los pacientes, tienen que poner de su parte para cambiar los
hábitos. De hecho, la cirugía no es una alternativa para no hacer dieta, sino una medida para
facilitársela al paciente. En general, los pacientes reportan mejor control sobre su
alimentación, con menor impulsividad y disminución del comer emocional. En algunos casos,
la cirugía funciona como intervención terapéutica para erradicar síntomas de comer
compulsivo. Sin embargo, no siempre hay adherencia a las recomendaciones alimenticias
postoperatorias. Algunos pacientes reinciden en comer disfuncional, si no por ingerir
porciones grandes, sí por picar pequeñas cantidades de alimento entre las comidas o por
consumir grandes cantidades de líquidos altos en calorías (gaseosas, alcohol, malteadas,
helados). De esta forma, disminuyen el éxito potencial de la cirugía, al estancar la pérdida de
peso o incluso, al producir ganancia del mismo.
Otro problema, que puede ser fuente de molestias importantes, es el vómito. Cualquiera que
sea su razón, si éste no se corrige, generará mala calidad debida y reacciones emocionales
diversas como aversión a la comida, miedo a comer, vergüenza y limitación social.
Finalmente, el denominado “síndrome de dumping” se presenta en quienes insisten en
comer alimentos ricos en azúcar, generando malestar marcado, pero con distintos síntomas
posibles: náuseas, vómito, mareos, desmayos, diarrea o estreñimiento. Puede resolverse
espontáneamente hacia el año de la cirugía o persistir y generar aversión permanente por
los dulces.
3. Personalidad.
Dentro de los cambios emocionales y de personalidad tras la pérdida de peso y mejoría de la
salud, se cuentan: incremento de autoestima, autoafirmación y asertividad en las relaciones
con otros, mayor autonomía, reducción de limitaciones físicas y mejoría en la disposición
para relacionarse con los demás .Algunas evidencias muestran que los pacientes se vuelven
menos neuróticos y más disciplinados, son menos defensivos y adoptan nuevas definiciones
de su identidad.
4. Psicopatología.
Como tendencia general, muchos estudios muestran disminución de estados psicológicos
negativos (especialmente depresión y ansiedad), asociados en el pasado con la obesidad.
En parte debido a la pérdida de peso como tal, pero también, como resultado de una nueva
actitud de cambio, esperanza, optimismo y sobre todo, compromiso con la propia
recuperación y la oportunidad de vivir mejor. Estos cambios, en algunos pacientes son
permanentes, pero en otros no, volviendo a darse los estados descritos. Con la depresión, lo
mismo que con la ansiedad, puede pasar que disminuyan tras la cirugía, pero que se
reactiven durante la recuperación misma, como reacción de adaptación a la nueva condición
y exigencias de un estilo de vida muy diferente al acostumbrado. Los pacientes pueden tener
dificultades para adaptarse psicológicamente tanto a las limitaciones como a las nuevas
posibilidades de la cirugía, debido a:
- El efecto de cambios demasiado drásticos o rápidos en su físico, Una pérdida de peso
insuficiente o diferente a la planeada,
- Un efecto inicialmente positivo de los comentarios agradables y atención social recibida, el
cual decae cuando la vida se va normalizando.
- Encontrar que la vida no mejora ‘automáticamente’ por el sólo hecho de perder peso; se
hacen evidentes otros problemas emocionales o interpersonales nuevos o preexistentes, no
necesariamente relacionados con el exceso de peso. Es decir, es el efecto de encontrarse
enfrentados con muchos problemas existenciales como el resto de las personas, sin la
posibilidad de achacarlos más a la obesidad.
5. Comportamiento social.
De acuerdo con varios autores, luego de la cirugía los pacientes muestran mejor
funcionamiento social gracias a la salud, ya que se vuelven más activos, conforman mejor su
red de apoyo social (incluyendo el matrimonio), tienen mejor vida sexual y experimentan
menor discriminación o estigmatización. Reciben mayor oportunidad laboral, los días de
incapacidad disminuyen y pueden renovar compromiso con su profesión o su estudio.
También puede haber resultados negativos. Algunos estudios reportan pacientes con
problemas sexuales, disfunción marital y divorcio, cambio en las amistades y en las
actividades sociales acostumbradas, por ser incompatibles con su nuevo estilo de vida y las
nuevas características de la alimentación. Muchos eventos que involucraban comida y
alcohol, deben ser replanteados. Las reacciones de terceros a la nueva apariencia y
delgadez, en ocasiones son positivas y de refuerzo, pero en otras pueden contener críticas,
o esconder envidia y resentimiento en familiares y amigos.
CONSIDERACIONES FINALES
1. La cirugía bariátrica, si bien es el mejor método de control para la obesidad severa, no
constituye panacea para los problemas psicosociales asociados o derivados de la misma.
Estos deben ser tenidos en cuenta y tratados como aspecto innegable de la enfermedad y
de su tratamiento.
2. Para maximizar los resultados y el éxito de la intervención, es fundamental el seguimiento
estrecho durante mínimo 1 año después, por parte de un equipo interdisciplinario (cirujano,
endocrinólogo, nutricionista, psicólogo/psiquiatra entre otros), con la participación y
colaboración activa del paciente y su familia.
3. Es bien reconocida la utilidad que los grupos de apoyo para pacientes ofrecen en términos
de: información, psicoeducación, retroalimentación interpersonal, ayuda para la solución de
dificultades y superación de obstáculos propios del proceso, generación de una actitud
activa y mejor compromiso con la propia recuperación y la de otros.
4. Si usted cree que puede beneficiarse de este tipo de intervención, debe procurar recibirla
por parte de una institución que ofrezca un programa integral, con asistencia psicológica en
forma de información, evaluación, preparación para la cirugía y apoyo postoperatorio
individual y grupal.

Fragmento perteneciente a Sonia Jiménez Suárez, M. Ed. Psicóloga

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