jueves, 28 de julio de 2011


El objetivo de este instrumento es evaluar las razones por las cuales las personas en general, que deberían naturalmente tener un peso armonioso, se exceden en las comidas y adquieren sobrepeso, cuestiones que tienen que ver más con problemas emocionales que con trastornos orgánicos.

Este Test es una oportunidad de tomar mayor conciencia de cuales son los hábitos y las emociones que dificultan mantener el peso justo.

Lea atentamente las opciones antes de contestar y marque la que se ajusta a su modo de comportamiento habitual.

Las opciones vienen agrupadas de a tres, la primera de las tres tiene un valor de (l), la segunda de (2) y la tercera de (3) .

Solamente podrá poner la evaluación en una de las tres opciones, por ejemplo: si Ud. duerme ocho horas tendrá un punto en esa tríada, las otras dos opciones no llevarán ningún puntaje.

Al finalizar, cuente los valores. Si tiene un puntaje hasta 27, Ud. difícilmente sea ahora obeso y tiene muy pocas probabilidades de ser gordo algún día. Si tiene un puntaje mayor de 30 y menor de 54 , tendrá un sobrepeso leve. Si en cambio tiene un puntaje superior a 60 tendrá que hacer dieta para conservar el peso, o aceptar ser una persona con sobrepeso arriesgándose a perder la salud.

1) Duermo ocho horas
2) Duermo menos de ocho horas
3) Sufro de insomnio

1) Me levanto temprano (antes de las 9 horas)
2) Me levanto tarde
3) Me levanto a cualquier hora

3) Me gusta estar cómodo
2) Me interesa el arreglo personal
3) No me importa mi aspecto

1) Trabajo ocho horas
2) Trabajo más de ocho horas
3) No trabajo

1) Estudio y trabajo
2) Estudio solamente
3) No estudio

1) Tengo pareja
2) Salgo con alguien habitualmente
3) No tengo pareja ni salgo con alguien

1) Me gusta el deporte y lo practico
2) Camino media hora por día
3) No hago actividad física alguna

1) Tengo dos o más amigos/as
2) Tengo un amigo/a
3) No tengo amigos

1) Hago cuatro comidas por día
2) Cómo sólo dos veces por día
3) Como a cualquier hora

1) Me acuesto temprano (antes de las 11)
2) Me acuesto tarde
3) Me acuesto a cualquier hora

1) Como comida casera
2) Compro comida hecha, envasada o enlatada
3) Como cualquier cosa

1) Como pocos dulces
2) Me gustan los dulces
3) Me excedo con los dulces

1) No tomo gaseosas
2) Tomo gaseosas light o agua
3) Tomo gaseosas con azúcar

1) Tengo más de un hobby
2) Tengo un hobby
3) No tengo ningún hobby

1) Puedo disfrutar del ocio
2) Puedo sentarme a descansar un rato
3) No puedo estar sin hacer nada

1) Estoy conforme con mi esquema corporal
2) Me gustaría ser más flaca/o o más gorda/o
3) No quiero mirarme al espejo

1) Tengo alta autoestima
2) Me estimo lo suficiente
3) Tengo baja la autoestima

1) Soy sociable
2) Soy poco sociable
3) Me gusta estar sola/o

1) Soy creyente
2) Tengo vida espiritual
3) No creo en nada

1) No tengo sobrepeso
2) Tengo hasta 4 kilos de sobrepeso
3) Tengo hasta 10 kilos o más de sobrepeso

1) Veo poca TV
2) Veo TV, promedio dos horas por día
3) Veo TV, promedio más de dos horas por día

1) No uso computadora en casa
2) Uso computadora en casa dos horas por día
3) Uso computadora en casa más de dos horas.

1) Me sirvo porciones moderadas en el plato
2) Me sirvo poco pero repito
3) Me sirvo el plato lleno

1) Como afuera pocas veces
2) Como afuera una o dos veces por semana
3) Siempre como afuera

1) No fumo
2) Fumo máximo cinco cigarrillos por día
3) Fumo un atado o más por día

1) Siento que me puedo dominar
2) No siempre me puedo controlar
3) Me descontrolo fácilmente

1) Puedo hablar de mis problemas
2) A veces hablo de mis problemas
3) Nunca hablo de mis problemas

miércoles, 27 de julio de 2011

Ley de obesidad, aún sin reglamentar


Al no haberse implementado la norma que contempla su prevención y tratamiento,
la enfermedad crece en la Argentina

Miércoles 20 de julio de 2011
Publicado en edición impresa La NAción

LA obesidad se ha convertido en una enfermedad epidémica en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define justamente como "la enfermedad epidémica no transmisible más grande del mundo", con consecuencias que pueden llegar a ser "catastróficas" y que "profundizarán las inequidades sociales".

Sin embargo, en la Argentina, a pesar de que ya han transcurrido tres años de la sanción de la ley de obesidad, ésta todavía no ha sido reglamentada. Paralelamente, casi en ese mismo tiempo, la enfermedad creció y ha pasado de afectar al 14,6 por ciento de la población al actual 18 por ciento; además, poco más de la mitad de los argentinos, el 53,4 por ciento, tiene exceso de peso.

El panorama local para la prevención y el tratamiento de esta enfermedad se presenta así bastante desequilibrado. Al crecimiento de la inactividad física entre adultos y también entre niños y adolescentes, el conocido sedentarismo, se corresponde en estos últimos con una baja ingesta de frutas y verduras, lo que da como resultado mayor sobrepeso y hasta obesidad en los menores, que presentan incluso índices altos de colesterol y de glucemia, impensables en otras épocas en esas franjas etarias.

La ley de obesidad sancionada por el Congreso argentino reconoce la gravedad de la enfermedad y dispone que debe ser cubierta por el plan médico obligatorio (PMO) por obras sociales y prepagas, lo que implica la cobertura de tratamientos ambulatorios y quirúrgicos. Pero al no haberse reglamentado, esa aplicación es parcial, y se cumple a medias o directamente no se cumple.

Ante esta demora, algunas provincias han tratado de enfrentar el problema con una legislación propia, como es el caso de Mendoza, cuya ley es de 2007. En ella se determina que es el Estado el que debe hacerse cargo de la promoción, prevención, asistencia y rehabilitación de pacientes con esta enfermedad, para lo cual se creó una estructura de asistencia, la Red Hospitalaria de Obesidad provincial, que ya brindó atención a 1000 pacientes.

La misma situación crítica se repite en el resto de las provincias; en algunas, como Santa Cruz, el índice de sobrepeso en la población es incluso superior al nacional, y en Santa Fe y en Córdoba empieza a crecer el índice de sobrepeso infantil de una manera alarmante.

En la ciudad de Buenos Aires, debido a los problemas detectados en numerosos alumnos, primarios y secundarios, de sobrepeso y obesidad, el año pasado, y con el acuerdo de los distintos bloques partidarios, la Legislatura aprobó una ley según la cual, dentro de los colegios porteños, públicos o privados, los alimentos y bebidas que se expendan en quioscos, cantinas o bufetes deberán ser saludables y variados.

Por más efectivas que sean las medidas que llevan adelante algunos gobiernos provinciales, su alcance será siempre parcial, ya que no responde a una política sanitaria para todo el país. Lo paradójico es que la Argentina sí cuenta con una ley nacional de obesidad, por otra parte, ampliamente inclusiva: en su artículo 2 especifica que alcanza no sólo a la obesidad sino también a trastornos alimentarios como la bulimia y la anorexia nerviosa.

No se trata entonces de exigir que se reglamente la ley, como corresponde, sino que definitivamente se implementen políticas sanitarias coordinadas entre los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación para que la salud de los argentinos sea un tema prioritario desde el Estado y, también, desde la sociedad misma que, como todavía no ha comprendido el valor de cuidarse, no reclama.

Publicado en 'PLoS Biology'
Tratan la obesidad a través del sensor cerebral de glucosa
Foto de la Noticia
Foto: DIDIER VIDAL/WIKIMEDIA COMMONS
MADRID, 27 Jul. (EUROPA PRESS) -

Investigadores del Albert Einstein College of Medicine (Estados Unidos) han descrito el proceso por el que el cerebro percibe la dinámica de glucosa del cuerpo, y observaron que un defecto en este proceso de detección de glucosa contribuye al desarrollo de la obesidad y otras enfermedades relacionadas con ésta, lo que ha permitido tratar el sobrepeso a través del sensor cerebral de glucosa, en ratones.

En un artículo publicado en 'PLoS Biology', el equipo de investigadores, dirigido por el doctor Dongsheng Cai, también descubrió que la corrección de este defecto puede normalizar el balance de energía corporal y de este modo tratar la obesidad.

El hipotálamo juega un papel clave en el control de la energía y el equilibrio del peso corporal. Para mantener el equilibrio entre la ingesta y el gasto de energía, el hipotálamo evalúa constantemente los indicadores del nivel de energía de todo el cuerpo mediante el muestreo de las hormonas (por ejemplo, de la insulina y la leptina), así como de los nutrientes (como la glucosa). Aunque sabemos bastante sobre los procesos hormonales del hipotálamo en la regulación de la alimentación, los mecanismos para la detección de nutrientes están mucho menos claros.

Por otra parte, una relación causal entre un defecto en el sensor de nutrientes y la obesidad está aún por verificarse. El equipo dirigido por el doctor Cai ha descubierto una nueva función de un complejo de proteínas: el factor inducible por hipoxia (HIF), en la detección de glucosa del hipotálamo y el balance de energía corporal en ratones.

El HIF es un factor de transcripción nuclear que induce la respuesta a la hipoxia. Cuando el nivel de oxígeno de los tejidos es bajo, el HIF se activa para promover la adaptación metabólica celular y la supervivencia.

Investigaciones recientes han estudiado la participación del HIF en el metabolismo de las células tumorales. "Sin embargo, una cuestión interesante, aunque aun sin explorar, es si el HIF puede ser importante para la regulación del metabolismo de todo el organismo, y, si es así, qué tejidos y células son responsables" comenta el doctor Cai, experto en neuroendocrinología y metabolismo.

El doctor Cai y su grupo examinaron el HIF en el hipotálamo y, sorprendentemente, encontraron que puede ser activado por la glucosa y que esta regulación se asocia con el control del apetito en los ratones.

En la identificación de las bases celulares y moleculares, el equipo encontró que en respuesta a la glucosa, el HIF actúa en un grupo único de sensores de nutrientes en el hipotálamo para inducir al gen POMC - un gen conocido por desempeñar un papel clave en el control hipotalámico de la alimentación y el peso corporal. El equipo demostró también el potencial terapéutico del HIF del hipotálamo para controlar la obesidad. Mediante la estimulación del HIF a través de los genes, los ratones se vuelven resistentes a la obesidad a pesar de un exceso de nutrición.

"Fue un descubrimiento emocionante", explica Cai, "nuestro estudio es el primero en demostrar que, más allá de su función clásica de sensor de oxígeno en las células, el HIF en las neuronas del hipotálamo puede detectar la glucosa para controlar el equilibrio en la ingesta y el gasto de energía, fundamental para la homeostasis del peso corporal. "En general, este estudio pone de manifiesto el papel crucial del HIF neuronal en relacionar el sensor de glucosa en el cerebro con la regulación cerebral del peso corporal y la fisiología del metabolismo". Estos resultados también ponen de relieve una implicación potencial para el desarrollo de activadores del HIF neuronal en el tratamiento y prevención de la obesidad.

miércoles, 6 de julio de 2011

El papel de los genes en la obesidad


¿PADRES OBESOS, HIJOS OBESOS?
Seguro que muchos padres y madres que sufren de obesidad se han planteado en algún momento si su enfermedad afectará también a sus hijos e hijas. ¿Es la genética un factor decisivo? ¿Se puede hacer algo por evitarlo o hay que asumir lo inevitable?
¿Qué es lo que conduce a la obesidad?
Padres y madres deben tomar conciencia y asumir los errores que comenten en su dieta y estilo de vida para evitar trasladarlos a sus hijos, ya que la clave se centra en "comer mejor y moverse más".
El balance energético de una persona puede estar influenciado hasta en un 40% por su herencia genética
•¿De padres obesos, hijos obesos?
Cuando los padres son obesos o uno de ellos lo es, la probabilidad de que sus hijos sean obesos aumenta. De hecho, se estima que los hijos tienen entre un 50% (si uno de los dos progenitores es obeso) y un 80% (si ambos lo son) de probabilidades de serlo también, eso sí, considerando que la genética no es un factor decisivo.
Para entenderlo mejor, aun considerando que ciertos genes predisponen a esta enfermedad, si a ello no se suman otros factores como la falta de ejercicio o una dieta inadecuada rica en grasas o azúcares; en la mayor parte de los casos la obesidad no se desarrollará.

Analicemos el papel que juegan los genes y los últimos avances científicos al respecto.

•Últimos avances científicos
Los estudios en torno al papel que desempeñan los genes en el desarrollo de la obesidad son constantes, si bien aún queda mucho por investigar y por aprender. Lo más importante de todo lo descubierto hasta ahora radica en que se abren nuevas vías de tratamiento que consideran los genes a nivel individual. Esto permite individualizar aún más, si cabe, su terapéutica y que ésta sea más eficaz.

•Los genes de la obesidad
En el desarrollo de la obesidad, además de la influencia que tienen ciertos factores ya conocidos (dieta, ejercicio, factores socioculturales, etc.), otro elemento a considerar es el perfil genético individual. De hecho, está plenamente demostrado que los genes intervienen en el centro del hambre, en la regulación del peso, en el número y tamaño de los adipocitos y en la distribución del tejido graso en diferentes partes del cuerpo, así como en el gasto energético.
Se intuye que el balance energético de una persona puede estar influenciado hasta en un 40% por su herencia genética, afectando tanto a su apetito como a su metabolismo y composición corporal. Por el momento tan sólo han sido detectados algunos de los genes implicados en la aparición de la obesidad, ya que es posible que su número supere la cifra de los 25.000. Algunos de los genes más estudiados en los últimos años son: leptina (gen obese -Ob-) y su receptor (gen diabetes -DB-), moléculas implicadas en la diferenciación de los adipocitos y en el transporte de lípidos (PPAR, Ap 2) y receptores adrenérgicos (ADR 2 y 3), entre otros. ¿Cuál es la aplicación práctica de todo esto? Para tener una idea más clara, se ha demostrado que la alteración del gen receptor adrenérgico beta 3, hace que la persona engorde si no hace ejercicio con regularidad.

En este caso el tratamiento debería apoyarse en el ejercicio físico, más aún que sobre la propia dieta. Por otro lado, las personas no asimilamos por igual todos los nutrientes según nuestra base genética; es decir, asimilamos de forma diferente las proteínas, los hidratos y las grasas. Por tanto, si conocemos dicha información genética, podría recomendarse a cada persona que limitara en menor o mayor medida la ingesta de uno de dichos nutrientes, por ser el que más le perjudicaría frente al tratamiento de su obesidad. De hecho, aquellas personas que sufren de una mutación en el gen PPAR, deben limitar la ingesta de grasas por encima del resto de consideraciones terapéuticas.

Otros ejemplos de defectos genéticos son aquellos que afectan al centro del hambre y de la saciedad situado en nuestro cerebro. Tal es el caso del síndrome de Prader-Willi, una enfermedad de origen genético que provoca en la persona un hambre insaciable y una obesidad extrema desde la infancia. Otros síndromes genéticos reconocidos en la actualidad son: Bardet-Bield, Cohen y Alström-Hallgren, entre otros. En este contexto se abre un amplio horizonte de futuro para el desarrollo de la terapia génica de la obesidad. Un futuro prometedor, puesto que cuando la obesidad esté causada por ausencia o defecto de determinados genes, la incorporación de un gen o fragmento de ADN permitirá subsanar el defecto existente.

•La obesidad, ¿cómo evitarla?
Los avances sobre la obesidad son constantes, si bien nuestro esfuerzo y motivación siguen siendo el arma más eficaz para vencerla. De hecho, la solución más razonable sigue siendo la dieta y el ejercicio, mediante un cambio cultural que suponga aprender a comer mejor y a moverse más, y reduciendo la ingesta de calorías de forma permanente.
Los niños y niñas aprenden por imitación de todo lo que les rodea, en especial de la familia. Por tanto, si quieres evitar que tus hijos desarrollen obesidad, como padre o madre debes adoptar como primera medida "descubrir los errores que cometes en la dieta y el estilo de vida". Ello exige que te informes de cuales son las causas que conducen a la obesidad, que analices las dificultades y busques estrategias o soluciones empleando los recursos necesarios y que solicites ayuda cuando sea preciso a profesionales cualificados.

•Cuanto antes actúes, mejor
Ante la obesidad se ha de actuar cuanto antes para prevenir dificultades mayores y más permanentes. De hecho, se ha demostrado que si el niño/a padece sobrepeso entre los 6 meses y los 7 años de edad, tiene un 40% de posibilidades de ser un adulto obeso, mientras que si éste se presenta entre los 6 y 13 años, la posibilidad aumenta hasta el 70%.

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