martes, 26 de abril de 2011

Las excusas más frecuentes al momento de adelgazar



Las cifras de personas obesas en el mundo crece cada día
, y si bien cada vez hay más interesados en cuidar su salud, también existe un gran número de individuos que saben que deben perder peso y grasa corporal pero que siempre encuentran un motivo para no ponerse en acción. Hoy te mostramos las excusas más frecuentes al momento de adelgazar y cómo invalidarlas.
Los culpables son mis genes: Es claro que podemos tener una fuerte influencia genética para padecer obesidad, de hecho todos los seres humanos tenemos un genotipo ahorrador que nos habla de un cuerpo que sabe de almacenar energía como grasa, pero también sabemos que para que la obesidad se produzca dichos genes deben encontrar un ambiente que lo permita. Entonces, si nuestros hábitos y el ambiente no le permiten a los genes expresarse, no seremos obesos. Es decir, los hábitos pueden ganarle a la genética.
Tengo huesos pesados por eso peso tanto: La contextura física determinada por el tamaño y forma de los huesos tiene mucho que ver en nuestro peso, pero si tenemos obesidad no es por el peso corporal, sino por la grasa en exceso. Si alguien te ha recomendado adelgazar te lo ha dicho porque tienes grasa en exceso y es eso lo que debes perder, al margen del peso de tus huesos.
Las dietas no sirven para mi: Las dietas no sirven para nadie, pero lo que si es útil para combatir el exceso de grasa y la obesidad es la modificación de hábitos que todos deberíamos contemplar si queremos cuidar la salud. En este sentido, no intentes adelgazar sin esfuerzo ni rápidamente, sino más bien busca la guía de un profesional de la salud para ayudarte a lograr resultados con pequeños cambios en el estilo de vida.
Tengo muchos eventos sociales que me impiden comer mejor: Lo habitual no es igual a lo eventual. Una persona no engordará por una fiesta o por un día de comida en exceso, pero si lo hará si a diario come de más y no se moviliza. Si tus hábitos, es decir, si en lo habitual comes bien, lo necesario y te mueves, los eventos sociales (lo eventual) no tienen por qué ser un obstáculo.
Tengo metabolismo lento: Es claro que algunas personas tienen un metabolismo basal menos activo que otras, sin embargo, no es algo que no se pueda modificar. De hecho, si nos movemos más, comemos regularmente y ganamos masa muscular, activaremos nuestro metabolismo y ayudaremos a perder peso.
No me gustan los alimentos light: No es necesario comer todo light para adelgazar ni tampoco es imprescindible comer descremado o eliminar el azúcar de la dieta, sólo es necesario poner orden, comer de mejor calidad y en cantidades adecuadas, al mismo tiempo que incrementamos la actividad física para lograr un balance energético negativo.

Como podemos ver estas excusas son muy usadas pero han quedado invalidadas, pues si bien pueden existir otras tantas causas por las cuales las personas no quieren o no pueden adelgazar, estas son excusas que no sirven para frenar un cambio de hábitos que permita vivir más sano y reducir grasa en el cuerpo.
Fuente: vitonica.com

jueves, 7 de abril de 2011

Linfedema, enfermedad que va en aumento


La sangre no es el único fluido que circula por el cuerpo humano. Hay otro circuito paralelo, el sistema linfático, que sirve para limpiar el organismo y está relacionado con las defensas. Cuando no funciona bien, la linfa (el líquido que transporta) se acumula y aparece una dolora inflamación llamada técnicamente linfedema. Este trastorno puede aparecer de manera espontánea o como efecto adverso después de una intervención. Por eso va en aumento: porque los agresivos tratamientos antitumorales afectan al sistema linfático. El caso más claro es la mastectomía, que en una cuarta parte implica un linfedema. Pero precisamente por este carácter de efecto no deseado de un tratamiento prioritario -curar un cáncer-, los expertos se quejan de que no se le presta la atención que merece.
"El cirujano vascular o flebólogo, que hace el diagnóstico del linfedema, ve que este problema es la cenicienta de nuestras consultas y, para la sanidad pública, es un mal menor, prácticamente solo algo estético", dice José Román Escudero, presidente del Capítulo Español de Flebología. Este grupo, junto con las sociedades de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) y de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) insisten en la importancia de crear unidades hospitalarias interdisciplinarias, con una buena coordinación de cirujanos vasculares, plásticos y médicos rehabilitadores. "Hay que abordar correctamente un problema de salud que altera notablemente la calidad de vida del paciente e influye en su autoestima y puede generar problemas psicológicos", destaca Escudero.

Según Jaume Massià, presidente de la SECPRE, el linfedema aparece por una alteración en el sistema linfático, que en el 70% de los casos es secundario a una intervención quirúrgica por cáncer de mama y se ve en el brazo. Le siguen en frecuencia, localizados en las extremidades inferiores, los debidos a cirugía de procesos malignos de útero, ovario, próstata y melanoma en piernas. En su forma más grave toma el nombre de elefantiasis, porque la parte afectada alcanza una forma y un volumen que se asemejan a la pierna de un elefante. Menos comunes son los congénitos, de origen hereditario.
Este es el caso de Leonor Carbonell, una mujer de 51 años, que sufre un linfedema primario que le detectaron a los 20 años, aunque ya desde pequeña se le hinchaban muy a menudo los tobillos: "Llevo 31 años con la enfermedad, con esta alteración congénita de mi sistema linfático. Me afecta a las dos piernas, aunque a una más que a otra". Leonor ha aprendido a convivir con su mal y respeta rigurosamente la rehabilitación que debe hacer, lleva siempre sus piernas vendadas y no necesita medicación.
Los expertos destacan que los síntomas más acusados del linfedema son el aumento del volumen de la región donde esté localizada la lesión, pesadez, piel tensa y edema o hinchazón, riesgo de grietas e infecciones. Todas estas alteraciones repercuten en la movilidad general, la asimetría física y la autoestima sobre la imagen corporal.
"La detección precoz del problema y su adecuado tratamiento son fundamentales para que el linfedema esté bien controlado y evolucione favorablemente", asegura Escudero.