jueves, 12 de febrero de 2009

AYUNO



Ayuno, atracones, purgas, gym extenuante: conductas de riesgo
Trastornos alimentarios:
no comer nada, comer todo
De www.Cormillot.com

Cuando una alimentación desordenada, tan común en la adolescencia, se vuelve prolongada y extrema, puede evidenciar un problema más serio: un desorden de la alimentación. Hay que estar atentos a los cambios de hábitos negativos ligados a la comida. Qué son la bulimia y la anorexia nerviosa.
La cantidad, calidad y tipo de alimentos que incorporamos durante la infancia, así como los hábitos acerca del comer de nuestros padres y familiares, son mensajes que imprimen una determinada forma a nuestra relación con la comida, que muchas veces nos acompaña durante la vida adulta.

Estos mensajes serán positivos si estimulan una nutrición balanceada y una forma de comer moderada, suficiente y ordenada. En cambio, si promueven el consumo excesivo de comida, la restricción o la carencia de nutrientes esenciales, su valor será negativo.

Durante la adolescencia, la preocupación por la apariencia física y el deseo de agradar a los demás pueden hacer foco en la conducta alimentaria y, eventualmente, transformarse en un riesgo para la salud. En este período los jóvenes suelen desarrollar comportamientos como hacer una dieta para estar delgada para una fiesta, o comer menos (o más) ante una situación de estrés. Si estos episodios son leves y de corta duración, se trata sólo de una alimentación desordenada.

Pero a veces las actitudes respecto de la comida se tornan más extremas y se mantienen en el tiempo. Aparecen conductas como ayuno prolongado y atracones, con variaciones significativas en el peso, acompañadas tal vez por cambios bruscos del estado de ánimo o depresión. La alimentación desordenada se habrá convertido, entonces, en un desorden de la alimentación que requiere de atención médica y psicológica.

No todas las chicas que hacen dieta y se preocupan por su apariencia tienen un desorden de la alimentación. Es importante detectar cuándo la alimentación desordenada se vuelve más seria y prolongada.




De no comer nada a comer cualquier cosa

Los desórdenes de la alimentación son enfermedades relacionadas con alteraciones severas de los hábitos alimentarios que, de no ser tratadas, pueden ocasionar graves complicaciones para la salud e incluso la muerte. Las alteraciones más frecuentes son:

restricción alimentaria (comer menos de lo necesario para mantener la salud).

atracones (episodios en los que se come mucho en poco tiempo).

purgas (eliminación de las comidas a través de vómitos o inducidas por laxantes).

cambios abruptos en el peso.

cambios en la forma en que la persona percibe su cuerpo (por ejemplo, verse gordo cuando el peso es bajo).

Ciertos trastornos de la alimentación implican comportamientos extraños como el comer sólo comidas orgánicas o alimentos crudos (ortorexia), hacer dietas desequilibradas, por lo general ricas en proteínas, para desarollar la musculación (vigorexia), despertarse para comer por la madrugada (síndrome de comedor nocturno), o comer tierra, insectos y otras sustancias no alimenticias (hábito de “pica”).

Los desórdenes más conocidos, la bulimia y la anorexia nerviosa, pueden desarrollarse desde mucho tiempo antes de que se detecten sus síntomas o su gravedad.

Anorexia y bulimia

Las personas con anorexia nerviosa reprimen el hambre para no engordar. Esto conduce a un ciclo de ayuno y pérdida excesiva de peso, que pone en riesgo su salud. A menudo supone una distorsión del esquema corporal, es decir que quienes la padecen se ven gordas aun cuando su peso esté por debajo de lo saludable, lo cual prolonga indefinidamente este comportamiento.

La anorexia nerviosa es más común en mujeres jóvenes, pero puede afectar a personas de cualquier edad y a varones (en aproximadamente un 10% de los casos). Este desorden comienza con una excesiva preocupación por el peso y la realización de dietas de muy pocas calorías, que pronto se vuelven una obsesión y dan lugar a un círculo vicioso de dietas y ejercicios extenuantes.

La anorexia nerviosa es más común en mujeres jóvenes, pero puede afectar a personas de cualquier edad y a varones (en aproximadamente un 10% de los casos).



Quienes sufren bulimia, por su parte, comen cantidades excesivas de alimentos en una comida y luego efectúan purgas a través de vómitos autoinducidos o laxantes, diuréticos y enemas.

Sus consecuencias más comunes son trastornos menstruales, arritmias cardíacas, baja presión arterial, enfermedades del aparato digestivo, trastornos renales, debilidad o desnutrición por carencia de minerales y vitaminas, aislamiento y depresión.

¿Por qué se producen?

Aunque es posible que tengan un componente genético, existen otros factores que pueden contribuir a su desarrollo.
Problemas psicológicos como la depresión, el aislamiento y la baja autoestima pueden influir en la aparición de un trastorno alimentario. La comida deja de ser vista como el combustible necesario para la vida y pasa a convertirse en una forma de lidiar con intensos sentimientos negativos o dolorosos. Resulta una barrera para crecer, ya que hay un miedo que se manifiesta con el deseo de ser siempre niñas.

Aunque existen pocas investigaciones que evalúen directamente la influencia de los medios de comunicación sobre las preocupaciones relacionadas con el peso, es posible que el ideal cultural de una delgadez que no se corresponde con la figura y el peso de la mayoría de las personas, estimule conductas alimentarias perjudiciales para la salud. La discriminación de los obesos, que se observa en forma cotidiana en medios de comunicación, escuelas, oficinas e incluso los hogares, puede hacer que algunas jóvenes hagan "todo lo necesario” para no engordar. Cuando esto se combina con problemas psicológicos subyacentes, la alimentación desordenada se habrá convertido en un desorden alimentario potencialmente grave.

El papel de la familia

Durante los primeros años de vida, fundamentales en la formación de la personalidad, los padres son la única fuente de información sobre el mundo que tienen los niños. Ellos son, lo quieran o no, modelos en los cuales los chicos se basan para abrirse camino en el mundo. Si los padres viven obsesionados por la apariencia, realizan dietas no saludables en forma habitual o tienen otros comportamientos dañinos, es probable que sus hijos adquieran esos patrones. Se ha observado que tanto la anorexia como la bulimia son más comunes en las familias que valoran en exceso los grandes logros y la perfección. En estos casos, la creencia “no soy lo suficientemente buena” puede convertirse en “no soy lo suficientemente delgada”.

Esto no signifca que cuando una joven desarrolla un trastorno alimentario, su familia sea culpable. Muchas familias, al contrario, trabajan para revertir la situación, y el apoyo que brindan es fundamental para la recuperación.

¿Alimentación desordenada o desorden alimentario?

La preocupación por la apariencia y la costumbre de hacer dieta están tan extendidas que pueden dificultar la detección de un trastorno alimentario a un ojo no profesional. Sin embargo, es importante distinguir la alimentación desordenada de un desorden de la alimentación.

En lugar de preocuparse por la cantidad de calorías que un familiar o amiga/o consumen, hágase algunas preguntas sencillas:

¿Está sufriendo? ¿Está deprimida, ansiosa, triste, nerviosa?
¿Está preocupada constantemente por las comidas, el peso, los ejercicios o la imagen corporal?
¿Su comportamiento es violento o extraño para usted y para otras personas?
¿Sufre cambios notables de peso en poco tiempo?
¿Tiene conductas extrañas vinculadas con la alimentación como negarse a comer, saltear comidas, cortar porciones muy pequeñas, etc.
¿Tiene miedo de engordar?
¿Se preocupa exageradamente por la comida y el cuerpo?
¿Hace ejercicio en forma compulsiva?
¿Tiene cambios importantes en el estado de ánimo, impaciencia, aislamiento, depresión?
¿Pasa largos períodos de tiempo en el baño, especialmente después de las comidas?
¿Come gran cantidad de alimentos en poco tiempo?

Estas respuestas no constituyen un diagnóstico, pero pueden ayudarlo a saber dónde mirar y cuándo pedir ayuda profesional.



Qué hacer

Los trastornos alimentarios son enfermedades complejas en las cuales los síntomas psicológicos ocupan un lugar clave. No se trata sólo de “tomar conciencia” del problema ni es posible obligar a una persona enferma a buscar ayuda o a cambiar sus hábitos.

Es importante compartir la preocupación, brindar apoyo y ofrecer ayuda a la persona afectada para que pueda recibir un tratamiento adecuado. Asesorarse con un profesional, buscar información en un centro de salud o en organizaciones dedicadas al tratamiento de desórdenes de la alimentación es la primera forma de proceder para ayudar.

Los trastornos alimentarios son enfermedades graves que no deben ser ignoradas. Cuanto antes busque ayuda, más posibilidades tendrá de recuperarse satisfactoriamente.

Al igual que la obesidad, en nuestro país los trastornos alimentarios no están incluidos en la cobertura obligatoria de las obras sociales, de modo que recibir tratamiento puede resultar costoso. Algunos hospitales públicos de la ciudad de Buenos Aires atienden pacientes con estas patologías. En otras localidades, consulte en el hospital más cercano. La Fundación ALCO, asociación sin fines de lucro, ofrece también grupos de autoayuda en la capital y varias provincias argentinas.

Los trastornos alimentarios son enfermedades graves. Cuanto antes se traten, más posibilidades hay de recuperación satisfactoria.

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